
Disfunción eréctil
La disfunción eréctil es un trastorno frecuente en el varón a partir de cierta edad. Ciertas comorbilidades como la hipertensión, la diabetes, el tabaco, la obesidad o lo que se ha venido en llamar síndrome metabólico, facilitan los problemas de erección. Aunque existen tratamientos eficaces y sencillos, en ocasiones es preciso realizar un estudio diagnóstico para determinar las causas de la misma y orientar el tratamiento.
Desde la comercialización en 1998 del Viagra, el primer medicamento oral eficaz contra la disfunción eréctil y el desarrollo de otras moléculas, el tratamiento de la disfunción eréctil o impotencia sexual se hace con frecuencia desde la consulta del médico de atención primaria. Es fácil prescribir uno de estos medicamentos, cuya eficacia es alta. Sin embargo hay pacientes jóvenes, sin causas conocidas para el desarrollo de problemas de erección en los cuales es imprescindible hacer un estudio diagnóstico que nos permita descartar patología neurovascular e intentar un tratamiento no sintomático sino etiológico, de la causa.
Nuestro protocolo diagnóstico:
En nuestra Unidad de Andrología venimos realizando desde hace muchos años un protocolo diagnóstico que consta de las siguientes técnicas:
-
Análitica sanguínea que incluya al menos glucemia, estudio de lípidos, transaminasas, testosterona total y libre, FSH, LH, Prolactina y TSH.
-
Biotesiometría peneana: Es una técnica indolora que nos permite determinar si la sensibilidad vibratoria del pene es normal. Con esto descartaremos causas neurológicas como esclerosis múltiple, neuropatías, etc..
-
ECO-Doppler de pene: Es una técnica que mide la circulación de la sangre por las arterias cavernosas, así como la respuesta eréctil tras la inyección en el pene de un fármaco vasoactivo que induce la erección (PGE-1) Con esta técnica diagnosticaremos insuficiencias arteriales o haremos el diagnóstico de sospecha de disfunción veno-cavernosa.
-
Cavernosometría-cavernosografía: Se utiliza exclusivamente en casos muy seleccionados de pacientes jóvenes con alta sospecha de fuga venosa o insuficiencia veno-cavernosa: Inyectamos un medio de contraste en el pene y determinamos las posibles fugas venosas tras la inducción farmacológica de la erección. Esta técnica la realizamos en el Hospital Virgen de La Paloma, en el departamento de radiología
En cuanto al tratamiento, utilizamos todos los fármacos disponibles hoy día, dependiendo de las preferencias de nuestros pacientes y la respuesta a los mismos. Las últimas novedades en el tratamiento oral son la administración diaria a dosis bajas de tadalafilo (Cialis) o el vardenafilo (Levitra) sublingüal. El último fármaco comercializado, el Spedra (avanafilo) tiene un perfil farmacocinético de rápido inicio de acción y prolongada duración en sangre.
Los pacientes que no respondan a fármacos orales pueden entrar en un programa de autoinyección de PGE-1 (Caverject), donde les enseñamos a pincharse, monitorizamos la respuesta y hacemos el seguimiento necesario. Disponemos además de la prostaglandina intrauretral (MUSE) y tópica (Virirec). Aunque su eficacia es menor, en pacientes con disfunción leve pueden tener su papel. También lo utilizamos asociado a los fármacos orales, mejorando la respuesta en algunos pacientes.
No tenemos experiencia con la aplicación de ondas de choque de baja intensidad en el pene, que teóricamente, mediante un proceso de regeneración vascular, mejoraría la función eréctil. Los resultados publicados en la literatura describen una ligera mejoría a corto plazo en pacientes con disfunción leve a moderada. Son necesarios más estudios y un seguimiento a largo plazo que confirme su utilidad en estos pacientes.
Por último, en aquellos pacientes que no responden a fármacos, nos queda la alternativa del implante de una prótesis de pene o la utilización de dispositivos de vacío. Existen prótesis maleables e hinchables de dos o tres componentes, siendo estas las más frecuentemente utilizadas, debido a que proporcionan una erección más parecida a la fisiológica. La intervención la realizamos con anestesia general o regional, a través de una incisión penoescrotal. En las prótesis de tres componentes es preciso alojar un reservorio en la zona suprapúbica y una pequeña válvula en el escroto. El paciente abandona el hospital a las 24 horas y a las tres semanas de la intervención puede comenzar a tener relaciones sexuales.



